Cerca de la ciudad de Vannes, ya metidos en la región de La Bretaña francesa, nos encontramos este magnífico parque de animales y especies botánicas con una sorpresa especial niños. ¡Descúbrelo!

El parque de Branféré nos permite disfrutar de una jornada muy especial en familia. Con una amplia historia a sus espaldas, su organización se propone cuatro misiones relacionadas con su actividad; la pedagógica, científica, ecológica y recreativa. Nosotros, respetando las otras tres, hoy venimos con ánimo de cumplir con la cuarta.

Nada más llegar nos damos cuenta de que la flora también es importante en su diseño.

Si bien en el zoo no abundan especies grandes, es sorprendente la cantidad de animales que hay libres por las enormes parcelas que podremos recorrer. Canguros, wallabys, ardillas y diversas especies de roedores exoticos como «perritos de la pradera», «liebres de la patagonia», «carpinchos» etc, campan por estas praderas al alcance de nuestros ojos, de nuestras cámaras e incluso de nuestras manos. 

Podemos darles de comer y acariciarlos con cuidado. Los niños disfrutan especialmente con esta actividad. Los animales están acostumbrados a conviviir con los visitantes, y sorprende lo cercanos que se muestran. En la entrada podremos comprar un paquete de palomitas de maíz especiales para dar de comer a la mayoría de las especies del parque.

El parque se extiende alrededor de un precioso castillo de medidados del siglo XIX. No está abierto al público, pero podemos acercarnos y mirar a través de sus cristales. No parece habitado y más bien creemos que esté al servicio de las actividaes del zoo.

 En los horarios señalados tendremos diversos espectáculos y citas con las comidas de los animales. El más imperdible es el del vuelo de las aves, con el castillo de fondo.

Una sorpresa para los ojos de los adultos. Un espectacular árbol de la especie «plátano de la sombra», con más de 300 años, nos deja perplejos. Pero no es el único. En el parque abundan árboles hermosísimos.

El parque tiene más de 70 especies de árboles y arbustos y 120 de animales, en una extensión de 40 hectáreas. Es perfecto para recorrerlo en un día a ritmo normal. Existe un restaurante donde podremos comer, entre otras cosas, creppes bretones y tartas de la región.

Y llegó  la sorpresa para los niños (y para los padres de los niños …. ). Se llama PARCABOUT y son unas construcciones realizadas con redes atadas a los árboles que permiten realizar un recorrido andando o saltando por los túneles y pasarelas creados  por las redes. Los espacios son siempre cerrados 360º y la seguridad es total. Una vez asumido esto, pasamos de los pasos a los saltos en un pispás, y la diversión se acelera al mismo tiempo que vamos cogiéndole el truco a caminar por las redes. Pasos, saltos, carreras, caídas sin daño, y muchas, muchas risas. Una vez fuera, después de un montón de tiempo y agotados (el acceso es gratuito con la entrada del parque y el tiempo ilimitado) nos esperaba el laberinto de redes, quizá más apropiado para niños pequeñitos.