Halloween en Hotel Carlos I – Sanxenxo
Te contamos cómo fue nuestra celebración de Halloween en el Hotel Spa Carlos I Silgar en Sansenxo. Vete reservando para la del año que viene, porque nosotros ¡queremos repetir!
Ha sido una excelente opción para pasar la noche del 1 de noviembre. Algo diferente a lo que habíamos hecho hasta ahora. Una fórmula para celebrarlo en familia y con amigos, y perfectamente compartible con tus hijos.
Te sugerimos una cena tematizada en este magnífico hotel, en el que después de cenar te quedas a dormir, y al día siguiente te revitalizas en su piscina climatizada y su spa. Además, tanto la localidad de Sanxenxo como sus alrededores son muy, muy recomendables para una escapada turística y justifican de verdad un desplazamiento incluso de muchos kilómetros.
Fuente fotografía: web hotel Carlos I Siglar
No conocíamos presencialmente el hotel, pero sí por referenias, y eran muy buenas. A nuestra llegada, en la tarde del miércoles, nos sorprenió la decoración del Hall. Todo el hotel había sufrido una transforación decorativa espectacular.
El ambiente de Halloween estaba muy bien conseguido y todos los empleados, sin excepción, se habían convertido en zombies, vampiros o brujas.
Los conserjes dieron una simpática bienvenida a nuestros hijos.
Después de hacer el check-in, subimos a nuestra habitación para realizar nuestra propia transformación. Unos trapitos oscuros, un poco de maquillaje negro, un poco de sangre de bote y algún hacha que otra clavada en la cabeza. ¡Voilá! nuestra familia ya está a punto.
Bajamos de nuevo al hall y lo encontramos lleno de muertos vivientes. Los comensales empezaban a bajar al punto de encuentro, el terrorífico Hall, mientras esperábamos la hora de la cena. Allí empeamos a apreciar los trabajos de transformación de nuestros compañeros de cena, algunos muy, muy currados, y todos con mucho sentido del humor y con muchas ganas de pasarlo bien. Unas fotos para nuestra cámara y muchas poses para las redes sociales del hotel.
En una sala anexa, un espacio para entretener a los más pequeños. Muy de agradecer.
A las 9.30 la multitud de espíritus y entes aglomerados en el hall nos empezamos a mover hacia el salón donde cenaríamos. Por el camino disfrutamos de más dosis de decoración terrorífica, incluidas escenas vivientes, como los espíritus jugando a la güija o la representación de la «niña del exorcista». Todo espectacular. Genial.
Ya en el salón, poco a poco las mesas se fueron llenando de seres humanos y otras formas vivientes y murientes.
Espíritus encarnados por todo tipo de formas entre los que no desentonaron los camareros y personal del hotel.
El propio Director nos daba la bienvenida al salón con un aspecto avampirado con un cuervo en su hombro, muy preocupado de que todo el mundo estuviese a gusto.
La cena estuvo muy bien, o mejor. Entrantes con croquetas y empanada. Caldo mix de grelos y repollo hecho en caldero de bruja con responso diabólico. Estaba buenísimo. Después brocheta de langostinos, para los papis, y pizza para los niños.
Y cuando creíamos que «essso es tooodo amigosss», las luces se apagan y los focos centran su antención en una puerta. Comienza un desfile, al son de música solemne. Camareros con carros portaban unas piernas de vacuno asadas que nos dejaron estupefactos. Lucas dijo que nunca había visto nada tan bonito. ¡Y lo mejor es que en un tris las teníamos en el plato!
Toda la cena estuvo amenizada por diferentes shows. La bruja hizo la sopa, la niña del exorcista pinchaba la música, el mago quemó la queimada, la novia olvidada bailó entre las mesas, …. Nos dió la impresión de que el Carlos I tiene mucho oficio en esto. Todo estaba equilibrado, había entretenimiento pero también nos dejaron cenar.
Después de los postres, tarta de chocolate, buñuelos de nata y castañas asadas, y del café, empezó el baile. Con la cena se incluía una copa en el bar, que estaba en el salón, al fondo, y la gente ya se estaba empezando a soltar. Nosotros, con tres niños en la mesa, sólamente aprovechamos el principio del baile porque, sin darnos cuenta, era casi la una y media y los peques pedían retirada. Pero nos consta que mucha gente joven, que la había, sí aprovecharían hasta las tantas y media.
Nos retiramos a la habitación y caímos como piedras. Por la mañana, despúes de un selectivo desayuno en el generoso bufet, aprovechamos nuestra hora, previamente reservada, en el Spa del hotel. Nos despedimos de los chicos de recepción y arrancamos. En el coche, de vuelta a casa, cada uno dijo lo que le había parecido esta experiencia. Los niños dijeron literalmente que fue el mejor Halloween de su vida y que ya faltaban 10 horas menos para el Halloween del año que viene. ¡Quieren volver!. Bueno, eso no es tan malo, al fin y al cabo ¡nosotros también!