Dinópolis – El epicentro de la ruta Jurásica

No sé que tienen los dinosaurios que tanto fascinan a los niños. Dinópolis, en Teruel, nos muestra su particular Parque Jurásico, pero  sin T-Rex sueltos  ¿…. o si había uno?

 

 

 

Dinópolis - El epicentro de la ruta Jurásica

 

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DINÓPOLIS

Dinópolis está en Teruel, en el polígono industrial Los Planos, muy cerca de la ciudad, y pegado al bello y modernista Palacio de Exposiciones y Congresos.

Alejado de los circuitos turísticos estándares de nuestra geografía, se convierte en una agradable sorpresa y en un motivo para acercarse a las tierras de Teruel y disfrutar de sus pueblos mudéjares.

Decir que los niños disfrutan en Dinópolis raya el topicazo, pero no nos quedará más remedio. Todavía no sé qué tienen los dinosaurios para que fascinen tanto a los peques. Al fin y al cabo han sido criaturas feroces, monstruosas y casi bonitas (casi), pero es un hecho que les fascinan. Así, Teruel aprovecha su conocido pasado jurásico para crear un espacio de juego, entretenimiento y aprendizaje en el que los niños pequeños y niños adultos nos empapamos en la lejana historia de esta tierra, que no es otra que la historia de la humanidad.

Dinópolis forma parte de una propuesta más extensa, denominada «Territorio Dinópolis» que incluye otros seis museos distribuidos por la provincia de Teruel, coincidentes todos con hallazgos paleontológicos, y que te permitirán realizar un bonito plan de turismo por la provincia turolense siguiendo su particular ruta jurásica.

Pero hoy nos centraremos en el parque central, en Teruel. Como ya casi os he convencido para que vayáis, os voy a contar nuestra experiencia.

Conocer este parque nos puede llevar un día apretado o, mucho mejor, dos días relajados. Nosotros estuvimos uno, en uno de los laborables de Semana Santa, laborable para los padres pero vacaciones para los niños, por lo que encontramos bastante ocupación, pero previsiblemente menos que en festivo. A ritmo tranquilo, pero constante, no pudimos verlo todo, aunque por poco. Nos hubiéramos quedado un segundo día encantados, si no llegamos a tener programado el viaje. Esperamos cola sólo en dos atracciones; en el simulador 4D y en el T-Rex, ambas colas soportables, aunque especialmente larga la de la atracción estrella, el T-Rex. En cualquier caso, los niños siempre estuvieron jugando en espacios recreativos exteriores, incluso cuando nosotros esperábamos cola, así que el día fue de disfrute total, que es lo que importa.

Dinópolis se extiende en un área de unos 12.000 m2, en la que encontraremos dos pabellones cubiertos y una serie de espacios al aire libre.

Nada más entrar disfrutamos de su magníficamente bien ambientado hall, que recuerda a uno de esos inmensos museos holliwoodienses. Nos damos unos minutos para estudiar el plano y ver el recorrido que nos proponen. Como ya había entrado bastante gente, nos planteamos aplicar el viejo truco del almendruco y hacer el recorrido al revés, para evitar las colas.

Así que dejamos el pabellón principal y nos encaminamos a la segunda construcción, se encuentran a escasas decenas de metros, para ponernos en la cola de «Dino Safari», un simulador virtual 4D, es decir, un cine en 3D con movimiento de los asientos acompasados a la película; un vertiginoso paseo en Land Rover por territorio salvaje, donde iremos a toda velocidad, cogeremos curvas, caeremos por precipicios, nos perseguirán «dinos» y hasta un T-Rex nos lanzará por el aire como si fuésemos un coche de juguete. Muy bien conseguido, nos gustó mucho.

Sin peder un minuto, aprovechando su cercanía y la proximidad de la sesión, nos metimos en el teatro donde disfrutamos de una bonita historia «un mundo soñado» recreada con las técnicas del teatro negro.
En el mismo pabellón, además del restaurante, está la exposición «el último minuto» que, en dos ambientes distintos, nos muestra la evolución de La Tierra desde la desaparición de los dinosaurios hasta la aparición del Homo Sapiens (nosotros), simbolizada temporalmente en la partición de un minuto. Podremos visitar un interesante museo y, adicionalmente, tendremos la posibilidad de dar un paseo en barca donde veremos recreaciones de escenas de la evolución de la vida en nuestro planeta en ese «último minuto».

Una vez al aire libre a nuestros hijos les llamó poderosamente la atención la «paleosenda» un espacio abierto donde ellos jugaron hasta que nos hartamos, los mayores, porque ellos no se hubieran hartado. Un arenal que cubre un enorme esqueleto de T-Rex les invita a jugar a paleontólogos de verdad y con curiosidad van descubriendo los huesos de las distintas partes del cuerpo. Más allá, un muy logrado sistema de circuitos y laberintos tematizados les puede tener entretenidos el día entero.

La comida en el restaurante cumple el estándar previsto en este tipo de parques, lo cual no significa nada malo aunque lo parezca. Menú de adultos y menú de niños, pollo, pescado,hamburguesas etc. Comimos bien y no muy caro.

Después de comer fuimos a conocer la atracción estrella en este año, el T-Rex, una función de teatro desenfadado protagonizada por una chica y un enorme animatronic de T-Rex (quizá réplica a tamaño real) que nos divertirá y sorprenderá por igual. Fue claramente la atracción con más reclamo del público y las colas aquí sí que hubo que pasarlas.Tanto fue así que la última sesión la repitieron para que nadie se quedara con las ganas.

De vuelta al pabellón principal nos apuntamos al inicio del recorrido propuesto, con la atracción «Viaje en el tiempo» donde, subidos a un 4×4 con rejillas en las ventanillas nos trasladan virtualmente al origen del universo. Un recorrido por un espacio tematizado en el que nos encontraremos enormes animatronics de feroces dinosaurios que querrán tomarnos de desayuno.
En el mismo pabellón vimos también el documental en 3D. Pero eso no fue todo, también hubo tiempo para hacernos fotos divertidas, pintarnos la cara, acudir a una sesión de guiñol y hasta visitar una sorprendente exposición de monstruos de cine.

Otra vez fuera, en el entorno del la sala T-Rex, un amplio espacio se destina a atracciones para los más pequeños; un tío vivo, un «pequeño saltamontes», un hinchable y un trenecito harán las delicias de los futuros paleontologuitos.

Se acababa el tiempo y por muy poco no pudimos entrar en el Museo Paleontológico, ubicado en el pabellón principal, con 3.000 m2 de exposición. Aquí nos perdimos la posibilidad de ver fósiles reales, un laboratorio de paleontología, asombrosas réplicas, recreaciones virtuales, imágenes en 3D, …. una verdadera lástima, y más sabiendo que también veríamos los huesos originales del dinosaurio más grande de Europa, (¡40 m de largo y 40 toneladas de peso!), ex-vecino del pueblo de Riodeva en Teruel.

Pero como otras veces decimos, ¡algo hay que dejar para poder volver!. Y ciertamente algo se quedó allí, ¡ pero mucho más nos trajimos en vivencias, diversión y aprendizaje !.